sábado, 1 de octubre de 2016


Hace unas semanas terminé de leer esta novela recomendada por mi amigo, el profe: Heberto Gamero Contín. Recomendado por ser la novela póstuma de un escritor que desconocía hasta hace un mes: John Kennedy Toole cuya trágica historia, (vivió con la ilusión de ser un escritor famoso y tras sentirse frustrado por no alcanzarlo, se suicidó a la temprana edad de 32 años) reflejada un poco en este libro a través del personaje principal, nos hace vivir momentos de reflexión, de jocosidad, de desagrado y de perturbación ante una sociedad decadente y llena de sinsabores y prejuicios. 

Ignatius Reilly, como leí en alguna parte, es merecedor del odio y/o el amor de quien le conoce. 

Es un chico treintañero que aún vive con su mamá y holgazanea todo el día, escribiendo en sus cuadernos «Los libros del Gran Jefe»: los pensamientos y las doctrinas que considera deben de
aplicarse inmediatamente para devolver al mundo la «geometría y teología adecuadas» que tanto 
le faltaba y donde todos podrían ser felices. Preocupado siempre porque su válvula pilórica se cierra frecuentemente como reacción natural a lo insoportable que resultaba el mundo para un ser tan educado y capaz como él. 
Un buen día, su madre le obliga a emplearse porque necesitan dinero para pagar una deuda, originada por un incidente que el mismo provocó, pero el cataloga aquel suceso como que «la rueda de la Fortuna gira en su contra» y sus experiencias laborales terminan siendo un verdadero desastre gracias a su filosofía de vida tan peculiar , en cierto modo auto-creyéndose redentor del mundo. 

¡Todo un personaje! maravillosamente logrado por el autor. 
Vale la pena conocerlo.
La novela abarca otras historias que se desarrollan en paralelo y poseen un mensaje intrínseco que nos invita a pensar en el desempeño que cada individuo ostenta dentro de la sociedad, igualmente con personajes muy bien logrados desde la ironía del autor. 

Es un libro de carácter social que me lleva a creer una vez más, como tantos otros en su estilo, que con el pasar de los años pueden cambiar las personas y los lugares que conforman una sociedad, pero que parecen ser ciclos que se repiten en espiral y el mensaje que nos transmiten, permanece contemporáneo a cada época. ¿Por qué este comentario? Es algo que el mismo Ignatius nos presenta: comparto con ustedes una reflexión que el hace en el libro y que se quedó conmigo durante toda la historia: 
«Personalmente he descubierto que la falta de comida y de comodidades, en vez de ennoblecer el espíritu, crea solo ansiedad dentro de la psique humana y canaliza los mejores impulsos del individuo únicamente hacia el fin de lograr algo que comer. Aunque tengo una Rica Vida Interior, preciso tener también algo de comida y alguna que otra comodidad.»

Si tienen ocasión, les recomiendo que lean esta novela que no en vano fue ganadora del premio Pulitzer en el año 1981, a tan sólo un año de su publicación.

Ericka Pereyra
@buabuana